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Agresividad infantil: qué es, tipos y cómo trabajarla

 
Lorena García Vega
Por Lorena García Vega. 6 noviembre 2020
Agresividad infantil: qué es, tipos y cómo trabajarla

Cuando el niño comienza a reafirmar su personalidad como ser autónomo e independiente al resto, es común que lleguen las rabietas y los gritos, que se opongan a lo que sus padres le dicen y empiecen a comportarse con cierta agresividad. Esta actitud es normal y pasajera, todavía no sabe canalizar su frustración, no dispone de suficientes herramientas de autocontrol, no conocen ni entienden bien las emociones y esta rabia e ira mal gestionada puede desembocar en conductas agresivas.

Sin embargo, existe un trastorno denominado “agresividad infantil” que va más allá, provocando situaciones agresivas que se extienden en el tiempo y conductas muy impulsivas y rebeldes que no se ajustan al motivo que ha provocado la furia en el niño y que deben tratarse tomando medidas. En este artículo de paraBebés tratamos la agresividad infantil: qué es, tipos y cómo trabajarla.

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¿Qué es la agresividad infantil?

Responde a un tipo de trastorno en la que el niño manifiesta su ira y frustración a través de conductas agresivas directas físicas y verbales, como por ejemplo pegar, dar patadas, insultar y gritar. Estas conductas también pueden ser indirectas dañando los objetos que han podido ser el origen del conflicto o tratando de dañar o romper el mobiliario dando golpes a los muebles, patadas a las puertas, tirando objetos al suelo, etc.

Es normal que el niño conforme va creciendo exprese su desacuerdo y lo haga empleando los medios de los que dispone, poco a poco irá ajustando la respuesta, siendo más coherente y apropiada a la situación, controlando los arrebatos de ira y frustración.

Tipos de agresividad infantil

Existen diferentes teorías que tratan sobre las causas que generan la agresividad infantil, estando divididas entre aquellos que consideran que los motivos de la agresividad se deben a factores genéticos y los que, por el contrario, consideran que se deben a factores del ambiente.

Las teorías explicativas del comportamiento agresivo recogen las diferentes manifestaciones de agresividad en niños y niñas que pueden darse, englobándolas entre activas y reactivas.

  • Activas. Consideran que la agresividad es innata al individuo y que se nace con ella, manifestándose por medio de impulsos incontrolados. Son partidarios de esta teoría las corrientes del psicoanalismo y etologismo.
  • Reactivas. Considera que el origen de la agresividad reside en el ambiente y que el individuo responde ante los estímulos que recibe. Dentro de este grupo estaría la teoría del impulso que considera que la frustración facilita la agresión, pero no es una condición necesaria para ella y la teoría del aprendizaje social que cree que las teorías agresivas se reproducen por imitación.

Según la teoría del aprendizaje social, cuando un niño tiene una conducta agresiva es porque responde a una situación de conflicto. ¿Por qué puede generarse el conflicto?

  • Problemas de relación social, el niño se expresa con cierta dificultad a la hora de transmitir necesidades y deseos que, al no ser entendidos y satisfechos, provocan la frustración del niño en forma de agresividad.
  • Problemas de conducta, desarrollando comportamientos rebeldes con los adultos por no querer obedecer o seguir las normas.
  • Respuesta agresiva cuando le regañan o cuando tiene un enfrentamiento con otro niño.

Causas de la agresividad infantil

Los factores que influyen en el desarrollo de la agresividad infantil son:

  • Inmadurez del manejo emocional. Cuando un niño siente una elevada carga de frustración, rabia, ira e irritabilidad que no sabe gestionar, tiende a manejar la situación empleando los recursos que ha ido adquiriendo a través de experiencias pasadas similares y tras la observación de sus figuras de referencia, es lo que se conoce como modelamiento, una forma de aprendizaje.
  • Patrones observados. No es de extrañar que, si observa y vivencia en su entorno más próximo que los conflictos se resuelven por medio de gritos, castigos, chantajes e incluso violencia física y verbal, el niño maneje el conflicto empleando el mismo patrón de conducta. Por lo tanto, si el niño vive en un entorno caracterizado por la hostilidad y las conductas agresivas, la respuesta que seguramente ofrezca en una situación de conflicto sea agresiva y violenta. Sin embargo, si el niño está siendo educado bajo un estilo educativo democrático, donde todos los miembros de la familia se comunican, escuchan y respetan, será más probable que el niño, en caso de conflicto, ofrezca una respuesta más respetuosa.
  • Factor sociocultural. Incidiendo especialmente sobre el papel que juega la familia en este proceso y el estilo educativo, siendo más propenso al desarrollo de conductas agresivas en los niños el estilo permisivo por la falta de control y excesiva indulgencia, resultando ser niños con muy baja tolerancia a la frustración; o el estilo autoritario donde la rigidez y control, así como la aplicación de diferentes tipos de castigo proporciona en el niño una respuesta rebelde y agresiva imitando a sus modelos de referencia.
  • Incoherencia en el proceso educativo. Si pretendes que tu hijo deje de tener comportamientos agresivos no puede llegarle ese mensaje por medio de conductas agresivas, es decir, no tiene ningún sentido decirle a un niño que no se grita gritando, ya que siempre va a tener mucho más peso lo que haces frente a lo que dices.
  • Expresiones que incitan la violencia. En función del contexto donde habitualmente se relacione el niño hay expresiones que incitan y motivan a la agresividad como “eres un cobarde”, “seguro que no eres capaz”, “hazlo si te atreves”. En lugar de calmar y redirigir la conducta agresiva haca una solución pacífica, este tipo de expresiones avivan la llama de conductas agresivas.

¿Cómo interpretar la agresividad en un niño?

Cuando un niño actúa de forma agresiva, hay que reflexionar sobre los antecedentes comportamentales del menor en situaciones parecidas y analizar cómo tolera la frustración. De igual forma, conocer si la actitud agresiva está fomentada por alguien del entorno del niño como compañero o los mismos padres que aconsejan que responda con agresividad a una situación de agresión. Es importante el contexto porque niños agresivos en casa pueden no serlo en el colegio. También es importante la edad, pues no se abordarán igual las conductas agresivas en niños de 3 a 6 años que la agresividad en niños de 6 a 12 años.

Para evaluar la conducta agresiva se pueden utilizar técnicas de observación, de registro de comportamiento, entrevistas y cuestionarios. Resultará fundamental conocer en qué situaciones actúa de esta manera con el fin de desarrollar una rigurosa evaluación para ejecutar una correcta intervención.

Técnicas para controlar la agresividad en niños

Para tratar la conducta agresiva es esencial que se establezca una fluida comunicación entre todos los adultos que forman parte de la vida del niño para poder ir ajustando la intervención a las necesidades del menor y de su contexto.

Para eliminar el comportamiento agresivo, se deben ir introduciendo nuevas pautas de conducta a aplicar en todo tipo de situaciones para sustituir el comportamiento agresivo por el comportamiento asertivo.

¿Qué pueden hacer los padres ante las conductas agresivas de los niños? Las estrategias para trabajar con un niño agresivo son las siguientes:

  • Definir la conducta. Anotar cuáles son los comportamientos agresivos frente a determinadas situaciones.
  • Registrar la frecuencia. Registrar cuándo y cuántas veces el niño actúa impulsivamente.
  • Determinar los desencadenantes. Describir qué hecho fue el que desencadenó la conducta agresiva y confeccionar un listado.
  • Modificar la conducta. Ante los datos obtenidos en el registro, el adulto podrá anticiparse a las situaciones que provocan agresividad tratando de evitar situaciones o actuando con el fin de que no desemboque en un conflicto agresivo, tratando de gestionarlo desde la calma, la asertividad y el respeto.
  • Dar ejemplo. Recuerda que no tiene no tiene sentido dar una respuesta agresiva para eliminar un comportamiento agresivo; el ejemplo es mucho más contagioso que las palabras.

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Bibliografía
  • Bourcier, S. (2012). La agresividad en niños de 0 a 6 años (2a ed.). NARCEA.

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