Vitamina C para bebés: alimentos, dosis y efectos

La vitamina C está presente en muchos alimentos que consumimos habitualmente y que los bebés pueden comer desde que inician la alimentación complementaria. Una alimentación balanceada rica en frutas y verduras provee la dosis necesaria de vitamina C para bebés. Veamos qué alimentos aportan vitamina C al organismo:

• Frutas cítricas: como kiwi, pomelos o naranjas. Pueden ofrecerse en bebés mayores de 6 meses. Otras frutas como melón, mangos, fresas y papaya también son ricas en vitamina C.
• Vegetales como tomates y pimientos: contienen una gran cantidad de vitamina C. Hay que introducirlos poco a poco en la dieta del bebé.
• Vegetales de hojas verdes: la espinaca, los berros, el brócoli y la coliflor destacan por ser alimentos con un alto contenido en vitamina C. Además, estos vegetales son ricos en otras vitaminas esenciales como la A, el complejo B, la K y otros minerales.
• Otros alimentos enriquecidos con vitamina C como las leches de fórmula o cereales, entre otros.

Es importante ofrecer las frutas frescas al bebé, pues estas aportan una mayor dosis de esta vitamina. La cantidad de vitamina C de los alimentos disminuye después de cocinarse o almacenarse durante argos periodos de tiempo.

Funciones de la vitamina C

El correcto funcionamiento del organismo depende de ciertos nutrientes, entre ellos la vitamina C. Esta vitamina cumple un papel vital en el organismo en todas las etapas, especialmente en la infancia. Entra las funciones de la vitamina C para bebés destacan las siguientes:

• Promueve el normal funcionamiento del sistema nervioso: ña vitamina C ayuda al correcto desarrollo del sistema nervioso, así como también a la formación de neurotransmisores, células encargadas de trasmitir el impulso nervioso.
• Ayuda a la formación de colágeno: el colágeno da estructura a la piel y fortalece los huesos en crecimiento del bebé. Es necesario para la reparación de tejidos como vasos sanguíneos, cartílagos, huesos, piel y dientes.
• Refuerza el sistema inmunológico: contribuye en la formación de glóbulos blancos, fortaleciendo este sistema y ayudando a prevenir enfermedades infecciosas como los resfriados, tan comunes en la niñez.
• Ayuda a la salud dental: la vitamina C mantiene las encías del bebé sanas y ayuda a dar esmalte a los nuevos dientes.
• Previene la anemia: Esta vitamina ayuda a la correcta absorción de hierro en los intestinos, un nutriente necesario para la formación de los glóbulos rojos, que son los encargados de la oxigenación del organismo.
• Potente antioxidante: protege a las células del daño oxidativo.

El pediatra puede indicar la toma de un complemento vitamínico de vitamina C y qué dosis se recomienda en función en los siguientes parámetros:

• La edad del bebé en relación a su peso y talla.
• Si consume leche materna.
• Si está aceptando todos los alimentos de la dieta.
• Si tiene síntomas específicos de déficit de vitaminas como la anemia.

En los primeros meses de vida, las dosis requeridas son más altas y la leche materna contiene la cantidad adecuada de vitamina C en cada etapa. Concretamente, por cada litro, la dosis es de 50 y 100 mg/L, siendo habitualmente más elevada en el calostro. Ahora bien, según el Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos, la dosis en miligramos necesarias en bebés son:

• 40 mg diarios: bebés hasta los 6 meses.
• 50 mg diarios: bebés de 7 a 12 meses.
• 15 mg diarios: niños de 1 a 3 años.

La vitamina C para bebés viene en formas de gotas líquidas, pero para niños más grandes puede venir en forma de gomitas o tabletas masticables, entre otras.

Es de vital importancia que el bebé esté bien alimentado y que se le ofrezca una dieta rica en vitamina C. Los niveles bajos de vitamina C en bebés pueden desencadenar diferentes efectos negativos en el pequeño o la pequeña, entre los que destacan:

• Anemia por falta de absorción de hierro.
• Alteraciones en el crecimiento de los huesos, además de problemas dentales.
• Mayor predisposición a sufrir de infecciones como gripes y virus.
• Escorbuto: aparece como resultado de la carencia grave de esta vitamina. Se caracteriza por causar debilidad general, hemorragias cutáneas y gingivitis. Aunque es poco frecuente, no hay que desestimar su posible aparición en niños y niñas mal nutridos.

Lo ideal es que el bebé consuma vitamina C por medio de la leche materna después de su nacimiento y, a partir de los 6 meses, ingiera este nutriente a través del consumo de frutas y verduras.

Ahora bien, algunos bebés no son muy receptivos con los nuevos alimentos que se agregan a la dieta. Si esto ocurre, consúltalo con el pediatra. En estos casos, es importante cambiar la forma en la que se ofrece en las comidas, así como dar un suplemento vitamínico que le aporte la dosis requerida de vitamina C al bebé.

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