Por qué no gritar a los niños y consecuencias de hacerlo

Por qué no gritar a los niños y consecuencias de hacerlo

En muchos hogares se escuchan gritos en el seno de la familia. Estos gritos de los padres y madres no son más que la propia frustración y falta de manejo de las emociones. Ante la impotencia de no saber cómo gestionar mejor la situación conflictiva con la que se encuentran, recurren a gritar para, en un intento desesperado de controlar la situación, que los niños les hagan caso a las órdenes que les dan. En este artículo de paraBebés queremos explicarte por qué no gritar a los niños/as y las consecuencias de hacerlo.

En realidad, los gritos no son para nada educativos. Estos solo crean heridas invisibles en los pequeños, heridas emocionales que sin duda pueden permanecer muchos años en el corazón de los niños. Además, los hijos que reciben gritos, serán muy propensos a gritar a sus familiares y a los demás en el futuro, ya que es el estilo comunicativo que han tenido y que creen que es válido.

Por qué evitar gritar a los niños

Cuando los niños se portan mal, gritar se siente como una respuesta natural, especialmente si los padres o madres están estresados y su tolerancia al mal comportamiento se ha debilitado. El desorden y la monotonía de la paternidad y maternidad requieren una paciencia extrema, y gritar es mucho más fácil y más instintivo que detenerse para reaccionar con calma. Gritar es el reflejo de emociones mal gestionadas. Gritar a los niños solo muestra la propia ira y rabia frente a ellos. Es importante evitar gritar a los niños y niñas por los siguientes motivos:

  • Genera ansiedad. A los pequeños les genera ansiedad y mucha inseguridad. Cuando gritas, tus hijos sienten miedo de ti.
  • Supone un mal ejemplo. Además de que estarán modelando un estilo comunicativo incorrecto y que les podría generar problemas en el futuro, tanto a nivel interno como en las relaciones con los demás.
  • Tiene un impacto psicológico. Muchos padres saben lo que es gritarles a sus hijos sin siquiera saber por qué. Pero, a pesar del hecho de que gritar a los hijos se siente como una liberación, un llamado de atención y una forma de disciplina, es importante comprender el impacto psicológico que pueden tener los gritos a los niños. Porque piensa una cosa, si a ti no te gusta que te griten, ¿por qué les gritas a tus hijos?
  • No tiene el efecto que esperas. Por muy provocativos que puedan parecer algunos comportamientos, los niños pequeños simplemente no tienen la sofisticación emocional para comprender completamente la frustración de los adultos. Y los efectos psicológicos de gritarles repetidamente a los niños pequeños pueden ser a largo plazo, con el potencial de cambiar la forma en que sus cerebros se desarrollan y procesan la información. Por más difícil que sea resistir la tentación, en última instancia, gritarle a los niños y niñas es inútil y peligroso para su desarrollo emocional.

Consecuencias de gritar a los hijos

Que grites a tu hijo o hija porque se va a hacer daño al meter el dedo en un enchufe y grites “¡NO!” es entendible, normal y necesario. Es una clara advertencia porque el niño está corriendo un peligro inminente que debe ser evitado. Pero, cuando gritas a tus hijos de manera sistemática solo porque no gestionas bien tus emociones, esto tendrá consecuencias en tus hijos o hijas que quedarán grabados en su personalidad para siempre. Las consecuencias de gritar a los niños son:

  • Estarás socavando su autoestima. Pensará que no es capaz de hacer nada por sí mismo o que todo lo que hace está mal.
  • Tendrá resentimientos hacia ti porque no confías en él o porque simplemente no eres capaz de hablarle bien, con calma y cariño.
  • No sabrá gestionar bien sus emociones porque no ha tenido un buen ejemplo en ti. Tendrá problemas de conducta, te gritará y tendrá baja tolerancia a la frustración en cualquier ámbito de su vida. Aquí encontrarás actividades para trabajar las emociones en los niños y las niñas.
  • Tendrá consecuencias emocionales: depresión, ansiedad, aislamiento social, malas relaciones con los demás, nerviosismo, poca concentración… Los gritos son tan dañinos como los golpes.
  • No te escuchan. Los niños, en cuanto les gritas, dejarán de escucharte. Tan pronto como comienzas a alzar la voz, activas su sistema límbico, que es una parte antigua del cerebro que es responsable, entre otras cosas, de la respuesta de lucha o huida. Les generas estrés junto el miedo. El resultado puede ser lo contrario de lo que esperas, ya que tus hijos se congelarán, lucharán o huirán.
  • No te harán caso. Además, cuando gritas a los niños, se acostumbran a escucharte enfadado/a y no te harán caso hasta que les grites de nuevo, porque sentirán que es tu forma natural de comunicarte, creándoles inseguridad y temor hacia ti. ¿Por qué ocurre esto? Porque gritar a los niños les “ensordece” emocionalmente.
  • No se sentirá valorado/a. Puede parecer que gritar genera respeto, pero en realidad hace más daño que bien. Básicamente estás diciendo “no me importas” y un ser humano, en el fondo de su corazón, simplemente quiere sentirse valorado por otro ser humano… Y si no le valoras, estarás decepcionándole.

Cómo educar sin gritar

Como has podido comprobar, gritar no educa y no te sirve ni a ti, ni a tus hijos. Es mejor y mucho más saludable para vuestra salud mental que optes por alternativas adecuadas a una educación basada en el respeto y la disciplina positiva.

Ante todo, calma

Como hemos visto, los niños y niñas dejan de escuchar cuando empiezan los gritos. Intenta comunicar lo que quieres decir con calma y notarás la diferencia.

Para, mira y escucha

Recuerda que gritar genera miedo, no respeto, por lo que gritarle a tu hijo puede ser una forma de intimidación. En lugar de esto, pruebe el método "Parar, mirar y escuchar”. Esto consiste en:

  • Para lo que estás haciendo
  • Haz contacto visual con tu hijo en silencio y muéstrale que es valioso para ti
  • Después de escuchar lo que te está diciendo, habla con ellos, no de ellos.

Es mucho más genial descubrir quién es tu hijo/a que tratar de moldearlo en lo que quieres que se convierta. No repitas las cosas mil veces, habla con tus hijos desde el respeto, la comprensión y la empatía y notarás la diferencia.

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Bibliografía
  • Mongue Barrio, L. (2018) Educar sin gritos. España: EditorialSoldeSol.com