Parto velado: qué es, por qué se produce y beneficios

El parto velado es un tipo de parto se presenta con muy poca frecuencia y que ocurre cuando el bebé nace con la bolsa amniótica intacta. De hecho, en algunas tradiciones es incluso considerado una señal de buena suerte.

El saco amniótico es la estructura llena de líquido que resguarda al feto durante todo su desarrollo, y además lo protege de daños externos. En la mayoría de nacimientos, se rompe esta bolsa y se liberan las aguas contenidas dentro del saco, proceso conocido como romper aguas o romper fuente. A continuación, se produce la salida del bebé.

Sin embargo, durante el parto velado este rompimiento no se produce y el bebé nace sin agitaciones o cambios bruscos de ambiente o temperatura, ya que permanece en especie de un globo que es el saco amniótico. Este proceso también se conoce como enmantillado.

Imagen: pequeliarepublica.com

Cuando ocurre la fecundación, es decir, la unión del óvulo y el espermatozoide, comienza la formación del bebé y también de otras estructuras como la placenta, el cordón umbilical y el saco amniótico.

No obstante, a veces el saco amniótico no se rompe, incluso si se presentan las contracciones después que comienza o se desarrolla el trabajo de parto. Desde el punto de vista médico, el parto velado es solo una casualidad, sin ningún significado especial ni consecuencias negativas para el bebé.

Una vez que el bebé nace, el médico o la partera rasgarán el saco amniótico para exponer al bebé y realizarle los cuidados respectivos. La ruptura artificial del saco amniótico, debe realizarse por expertos y estar clínicamente indicada.

La importancia del saco amniótico

El saco amniótico consta de dos membranas, el corion y el amnios, que son las que rodean al bebé, y se originan desde la placenta y el cordón umbilical. El bebé crece durante el embarazo, rodeado por el saco amniótico y dentro del mismo se encuentra el líquido amniótico, que a su vez cumple varias funciones importantes:

• Promueve el desarrollo de los pulmones y el sistema digestivo.
• Permite que el feto pueda moverse con libertad en el útero.
• Ayuda al crecimiento de los músculos y las extremidades.
• Lo protege contra golpes, lesiones o infecciones.

Mientras que la bolsa no se rompa, el bebé puede flotar en el líquido amniótico sin riesgo de golpearse contra las paredes del útero de su madre. Durante el trabajo de parto normal, el saco amniótico, que consiste en un tejido muy delgado, se desgarra cuando comienzan las contracciones.

Por lo tanto, son las contracciones uterinas las que provocan que se rompa la bolsa amniótica y la embarazada rompa aguas. Si quieres saber más sobre la rotura de la bolsa amniótica puedes leer el artículo por qué se rompe la bolsa amniótica.

¿Qué beneficios trae nacer enmantillado? Cuando se inicia el trabajo de parto, la presión en el útero aumenta debido a las contracciones. De ese modo, si el saco amniótico se mantiene intacto, la presión o fuerza se distribuirá de manera más uniforme, lo que permitirá que tanto la madre como el bebé resistan mejor las contracciones.

Mientras el saco amniótico no se haya roto, no existe presión sobre el cordón umbilical y se mantiene el ritmo cardíaco del bebé en valores estables. De igual modo, el parto velado es considerado más tranquilo y menos traumático para el bebé, ya que se conservan las condiciones del útero materno después del nacimiento.

Sin embargo, e independientemente de los beneficios que represente este tipo de parto, no es aconsejable preservar el saco amniótico de manera artificial.

El parto velado no tiene diferencias significativas con respecto al parto normal o tradicional. El factor principal es que no existe la ruptura del saco amniótico, pero las características son muy parecidas. Después de que el bebé esté completamente fuera del útero, el médico o la partera harán una pequeña incisión en el saco amniótico para extraer al bebé de la burbuja en la que nació.

Existen muchos mitos y leyendas alrededor del parto velado, lo cierto es que a pesar de ser muy llamativo o poco común, no es un síntoma de peligro o riesgo para el bebé y no tiene ninguna consecuencia negativa para su salud.

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