Cómo tratar a un niño agresivo

Cómo tratar a un niño agresivo

La agresividad infantil comienza a manifestarse en torno al año y medio de vida. Es un momento en el que el niño ha adquirido una cierta madurez emocional que le permite sentir ira y frustración, acompañado de las posibilidades motrices que ha ido adquiriendo como son patalear, golpear o lanzar.

La agresividad suele estar asociada a una conducta negativa, pero esto no siempre es así, ya que puede servir de escudo protector ante una amenaza, como defensa hacia un ataque y como caparazón cuando es complicado resolver una situación sin salir dañado. El problema viene cuando el niño o la niña no es capaz de controlar la agresividad y esta se transforma en respuestas violentas nada deseables. En este artículo de paraBebés, os contamos cómo tratar a un niño agresivo y os ofrecemos estrategias para calmar y gestionar la agresividad.

Agresividad vs violencia

La agresividad y la violencia no son sinónimos. Se entiende la agresividad como un instinto que el ser humano comparte con los animales y que permite la protección y bienestar de uno mismo y de aquellos que pertenecen a su grupo.

Por el contrario, la violencia es una conducta culturalmente aprendida por el hombre donde intervienen distintos procesos sociales y cognitivos. Su finalidad no es la de autoprotegerse, sino la de herir al rival.

Así pues, si la agresividad infantil es un mecanismo de autodefensa, es probable que muchos niños que manifiestan conductas agresivas sea porque, en realidad, su entorno les resulta inseguro y hostil y deben de protegerse con las herramientas de las que disponen.

Evitar la competitividad

La competitividad cuando se desarrolla amistosamente no tiene por qué implicar nada negativo entre los niños. El problema surge cuando algún menor tiene dificultades para gestionar la derrota o cuando no es capaz de colaborar en un juego en equipo.

Si te preguntas cómo ayudar a un niño agresivo, cuando muestra determinadas conductas agresivas es preferible desarrollar juegos cooperativos que le inviten a disfrutar de la actividad lúdica, pero también de sus compañeros y de la colaboración en equipo.

Anticiparse a la respuesta del niño

¿Cómo actuar ante un niño agresivo? Cuando sabemos que una situación puede desencadenar la agresividad del niño, es preferible anticiparse a la respuesta del pequeño o pequeña. De esta manera, el niño o la niña será capaz de gestionar de una forma más relajada el contexto que le frustra.

Escucha activa

¿Qué hacer para controlar la agresividad? Es común que un niño exprese su frustración de forma violenta cuando no es entendido por el adulto, pero, en muchas ocasiones, el adulto ni tan siquiera está escuchando al menor. Es importante validar las emociones del niño o la niña, ponerse a su altura, mirarle a los ojos y tratar de comprenderle antes de juzgarle y sancionar su conducta.

Si quieres más información, en este artículo, te contamos cómo desarrollar la escucha activa en los niños.

Señales no verbales

¿Cómo tratar a un niño que es agresivo? Hay un refrán que dice que una imagen vale más que mil palabras y esto es aplicable a cuando un niño expresa agresividad.

En lugar de gritarle o darle un gran sermón sobre su conducta, es preferible emplear gestos que engloben toda una frase. Por ejemplo, en vez de mover la cabeza a ambos lados indicando no, ponerse el dedo índice en la boca para pedir silencio o poner la mano en alto señalando "stop". En un momento de ira, el niño hará mucho más caso a las señales que a las palabras.

Sin etiquetas

Si un niño está pasando por un momento, la forma de tratar de solucionar sus conflictos será por medio de conductas agresivas, el adulto puede tender a emplear la etiqueta sobre el niño de agresivo. Así pues, una de las actividades la agresividad en niños consiste no poner etiquetas a la conductas de los infantes.

Si se emplean las etiquetas con frases como "déjale que se pone agresivo", "es violento", "te portas mal" o incluso "eres malo", el niño irá interiorizando ese concepto y se comportará tal y como su entorno espera que actúe.

Quitando capas

Quizá lo que el adulto ve como un mal comportamiento es la respuesta inconsciente e inmadura que el niño ofrece hacia una situación que no es capaz de gestionar. Es común sancionar la conducta sin pararse a quitar capas y ver qué es lo que está provocando esa respuesta en el niño. Quizá sea frustración, un problema que no se atreve a contar, tristeza, miedo, etc.

Lo mejor para educar a un niño agresivo es cerciorarse de cómo se encuentra emocionalmente el menor antes de juzgar su comportamiento.

Describir el contexto

Como he comentado anteriormente, hay ocasiones en las que el niño ni tan siquiera entiende por qué se le castiga. Si se le regaña no va a comprender lo que ha pasado ni tratará de cambiar ese comportamiento.

Cuando un niño se pone agresivo hacia una situación que puede ser que haya generado él mismo, es adecuado que el adulto trate de explicar y describir objetivamente qué es lo que ha ocurrido. El objetivo es que el menor sea capaz de entender la situación y las consecuencias de su comportamiento.

Así pues, un forma de ayudar a un niño agresivo es visualizar lo ocurrido e invitarle a que él o ella mismo/a busque formas de abordar lo sucedido más amables.

Tiempo fuera positivo

¿Qué podemos hacer para controlar la agresividad? Si un niño descarga su ira hacia una situación determinada y hacia aquellos que están a su alrededor, en lugar de tratar abordarlo en caliente, es preferible indicarle al niño o niña que así no va a resolver nada. Mostrarle que es preferible tomarse un tiempo, respirar, relajarse y, cuando se encuentre más calmado/a, retomar la situación.

El cerebro en la palma de la mano

Otra de las estrategias para ayudar a canalizar la agresividad infantil es mostrarles el funcionamiento del cerebro mediante la palma de la mano. Según esta explicación nuestro cerebro está formado por tres cerebros:

  • Cerebro en la palma de la mano: el cerebro reptiliano encargado de la supervivencia es el más primitivo. Sobre este descansa el cerebro límbico.
  • Cerebro límbico: representado por el pulgar y que cubre la palma de la mano, se encarga de las emociones y de la respuesta que ofrecemos cuando experimentamos emociones y sensaciones.
  • Corteza cerebral: cubre a los dos cerebros anteriores, Está representada por el resto de los dedos que cubren al pulgar y a la palma de la mano. Es un cerebro racional que permite controlar las emociones y el instinto de supervivencia.

Cuando nos enfadamos o nos frustramos, el cerebro se "destapa" y la respuesta que ofrecemos es a través del cerebro límbico o reptiliano y no actuamos desde la razón. De ahí que sea tan importante tomarse un tiempo de relajación que permita que el cerebro se componga de nuevo y abordar las situaciones desde la corteza cerebral.

No dejarlo solo/a

Si a un niño agresivo se le deja solo sin mediar palabra esperando que se calme, el efecto va a ser el contrario. Seguramente se sentirá más frustrado, abandonado e incomprendido. En estos casos, para tratar la agresividad infantil lo mejor es hablar con el menor para ayudarle.

Separar

Una buena estrategia para canalizar la agresividad infantil, es alejar al menor de aquello que le hace sentir furioso. De nada sirve permanecer en un contexto que al niño o la niña le resulta hostil. Por eso, es mejor intentar separarle de aquellas situaciones que no le sientan bien.

Mesa de la calma

Seguimos con más metodologías sobre cómo tratar a un niño agresivo. En este caso, la mesa de la calma es un espacio especialmente diseñado para que el niño se relaje. En ella puede encontrar elementos que le ayuden a relajarse como botellas de la calma, relojes de arena o mandalas para colorear. Los siguientes ejercicios de respiración para niños también le ayudarán a calmarse.

Mindfulness

Otro de los consejos para frenar la agresividad infantil es el mindfulness para niños. Esta técnica de respiración consciente se está introduciendo en muchos hogares y escuelas para ayudar a que los niños sean capaces de relajarse por sí mismos y controlar sus respuestas emocionales. Si te interesa conocer otras maneras de calmar a un niño agresivo, no te pierdas este artículo de meditación para niños.

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Bibliografía
  • Vega, G. L. (2020). Castigar no es educar: Todas las ventajas de la Disciplina Positiva. La Esfera de los Libros.